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Agosto 2014 – Revista Digital Nro 48
Biografía de Víctor Ostrowski

Participante de la famosa expedición polaca de 1933, fue un gran viajero, explorador y escalador, siendo un excelente escritor de montaña y fotógrafo profesional, se radicó en 1946 en la Argentina, donde vivio hasta su muerte en 1992

Por José Herminio Hernández. Montañista, Coronel (RE)


Restauración Fotográfica:
Centro Cultural Argentino de Montaña, Natalia Fernández Juárez


Nació el 16 de junio de 1905, en Jekaterynosławiu, actualmente Dnepropetrovsk, en Ucrania, pero su nacionalidad fue polaca.

Viajero, fotógrafo, taternik (montañero), alpinista, andinista, autor de libros sobre reportajes de viajes, exploraciones y travesías.

Victor Ostrowski

Participó en expediciones polacas a los Alpes (1932 y 1937) y Andes (1933-1934), al Cáucaso (1935). Ostrowski, fue el primer polaco, en ascender al Dych-Tau, en el Cáucaso.

Si bien se lo titulaba como de origen polaco, fue un ciudadano del mundo, como dijera el doctor Zdzisaw Ryn y sigue: fue un gran viajero y explorador, fue un exquisito escritor de montaña y fotógrafo profesional, y uno de los grandes escaladores polacos de la década de los años treinta.

Debuto como reportero en el año 1934. Ostrowski, fue un egresado de la Politécnica de Varsovia, en Polonia, donde obtuvo el título ingeniero en construcciones civiles; residió durante mucho tiempo en la República Argentina, y hablaba el castellano, con mucho acento extranjero, pero podemos decir que lo hacía sin dificultad. Un hombre con una gran reputación por sus conocimientos deportivos, científicos y tecnológicos. Integrante de la expedición polaca en los Andes 1933-34.

Victor Ostrowski, autor de Alma Negra

En Africa, Victor andando en coolies por las calles de Zanzibar

Fue conquistador del Mercedario, Alma Negra, Ramada, el Aconcagua, por la ruta que lleva el nombre de su origen, la cual coronó, el 8 de marzo de 1934, el mismo día que llegaba a la cumbre por la ruta normal la expedición italiana-argentina-chilena. Entre sus múltiples libros sobre aventura y actividades en la montaña, podemos mencionar: Safari en el Continente Negro, publicado enBuenos Aires, en el año 1953, donde cuenta las aventuras en el África Oriental, Kenia, Tanganika, Uganda y la Isla de Zanzíbar; En las Cumbres de la Cordillera, publicado enVarsovia (Warszawa), en el año 1935; En la roca y el hielo, publicado enVarsovia (Warszawa), en el año 1937; La vida en el Gran Río, publicado enBuenos Aires, en el año 1975. El libro más conocido por su contenido, y la forma acabada de la descripción de detalles de las distintas montañas, ha sido, Más alto que los cóndores, publicado enBuenos Aires, en el año 1954  y en Varsovia (Warszawa), en el año 1935, con cinco ediciones hasta 1990.
Empezar a leerlo, sin lugar a dudas, permite embriagarse hasta el final y recorrer no solo las aventuras de los ascensos a varios cerros argentinos, sino también, conocer con los ojos de un extranjero, la vida, las costumbres y la forma de ser de los argentinos en ese periodo de la historia nuestra.

Después de su participación en los Andes, intentó otras montañas del Asia, del Cáucaso Central, del Kurdistán y en el Kilimanjaro, en África, sin dejar de recordar que recorrió los Alpes, Andes Australes y los Hielos Continentales.

Gracias a su actividad de científico y de deportista, fueron nombradas varias cimas de la cordillera andina, con el sustantivo propio de aquellas tierras lejanas: Glaciar de los Polacos, Ruta Polaca al Aconcagua. Glaciar Karpinski, Glaciar Ostrowski, Pico Polaco, Pico Milenario, Pico Giewont, Pico Águila Blanca, Pico Tatry, etc.

Victor Ostrowski observando el río Nilo, 1953

Las puertas de las viejas casas de Zánzibar lucen unos adornos muy bellos y significativos: están cubiertas por filosos clavos de metal que antaño las protegian de modo que no cedieran a los desesperados golpes de los esclavos durante sus motines

Victor Ostrowski, tomando leche de nuez de coco en Africa en 1953

Fue ingeniero y escritor, y durante su juventud defendió, como parte de la resistencia, la guerra defensiva del año 1939, contra los rusos. Lo hicieron prisionero y fue a parar a los campos soviéticos de concentración, en Kozielsk y en Griazovsk.
Por su actuación en las batallas de Monte Casino, Ancona y Bolonia, en Italia y en su propio territorio, fue premiado con el ascenso al grado de oficial del Segundo del Cuerpo Polaco.

Después de la tempestad de la guerra, se radicó, entre 1946 y 1972, en la Argentina, su segunda patria, en donde descubrió asombrado que tenía muchos amigos, unido a ellos por un extraño lazo: el amor a las montañas.

Aquí trabajó como ingeniero y organizó varias expediciones, entre ellas, participó junto al entonces mayor Huerta, en la expedición al Hielo Continental patagónico. Explorador de las regiones difícilmente accesibles de la Argentina, Brasil, Paraguay y Chile.

El andinista argentino Enrique Quique Tanoni, integrante de la expedición del Club Andino Tucumán al Aconcagua, por el Glaciar de los Polacos, luego de realizar la variante directa del mismo, nos relató en su libro, Aconcagua, Escalando el glaciar de los Polacos, del año 1961, nos decía de su encuentro con Víctor, en Buenos Aires: Un par de meses después, antes de comenzar las clases de mi tercer año de medicina, cargué un bolso y en el Cinta de Plata, partí con destino a Buenos Aires… sabía que Víctor Ostrowski, vivía allí. Lo encontré en un cuartucho de una vieja casona en la calle Virrey Pacheco de Melo… Era alto y fuerte; un anciano cordial y lleno de vida… me recibió con un abrazo de abuelo feliz. Había leído en la prensa la noticia de que unos chicos del Club Andino Tucumán, habían escalado el Aconcagua por su glaciar. Armó un catre en su cuartucho para albergarme. Estuvimos dos días con dos noches hablando; relatándonos y compartiendo algo en común, la montaña más alta de América… asombrados, recorría mis fotos como si encontrara un tesoro perdido… hace 27 años. Repetía de cuando en cuando; tanto tiempo!! Y sus ojos claros como el cielo, se nublaban de lágrimas y de añoranzas… Me contó de nuevo, mientras compartíamos un gigantesco mate guaraní y algún trago de vodka, toda su noche más hermosa… allá arriba, con su amigo del alma, el Koko Narkiewicz, ateridos de frío en la grieta superior del glaciar. Los relatos, de esa noche y dos días se sucedían sin interrupción. Me contó sus aventuras en el Cáucaso… en África, en los Alpes y en el Amazonas... y finalizacomentándonos que, cuarenta años después, con cariño, recuerdo al anciano amigo que encontré en un libro y que me atrapó en un sueño, en un glaciar de los Andes.

Al segundo día de marcha llegamos a la zona de las praderas alpinas (3.000 msnm) y delante nuestro se abrió la visión del Kibo, la cumbre todavía tan lejana del Kilimanajaro

Victor Ostrwski: Por primera vez en mi vida voy a subir a la altura de 6.000 mts. sin mochila, en un traje tropical, sin un clavo en la suela de los zapatos

Cerca de la cumbre del Kilimanjaro donde puede verse un campo de penitentes como en nuestros Andes

Abrir paso por los campos de hielo cerca de la cumbre del Kilimanjaro en 1953

Por sus actividades pioneras de los Andes,  Víctor, fue nombrado miembro de honor de muchos clubes e instituciones, en la República Argentina.

Nos relataba Antonio Beorchia Nigris, quien conoció y fue amigo de este personaje de parte de la historia del andinismo argentino: En su vida privada, Ostrowski, no fue muy feliz. Conforme él mismo me confió, en el año 1961, cuando compartimos algunos momentos en la ciudad de Buenos Aires; a principios de la Segunda Guerra Mundial cayó prisionero de los alemanes, este dato no lo recuerdo con precisión, permaneciendo separado de su familia hasta concluida la guerra, en el año 1945.Contaba que si bien no tenía hijos, la figura de su esposa, fue lo que alimentó el seguir viviendo, aguantar todos los improperios que tuvo que pasar en la prisión, con el estimulo que afuera, en su país natal, lo esperaba su esposa, a quién mucho amaba. De regreso a casa, se encontró con la desagradable novedad de que durante su cautiverio lo habían declarado desaparecido en combate. Por la misma razón, su mujer, creyéndose libre, contrajo nuevas nupcias. Ante semejante noticia el choque emocional fue tremendo. Ostrowski, no hizo sin embargo escándalos comprendiendo, como persona civilizada,  que lo acaecido era un hecho más de la guerra. No hallando una solución viable al problema, Ostrowski, emigró a la Argentina, no recuerdo si de inmediato o años después, estableciéndose en Buenos Aires, donde todavía tenía algunos amigos que ya había hecho en su expedición del año 1934. Lo conocí en el año 1961, en la provincia de San Juan, nos visitó en dos ocasiones en la década de los años setenta, en ambas nos dio sendas conferencias en la sede del Club Andino Mercedario, a salón lleno y hasta almorzó en mi casa.

Durante su segunda visita nos pidió que lo lleváramos a Barreal para poder admirar desde lejos y por última vez el Mercedario, deseo al que accedimos con mucho gusto. En forma personal, quiso que lo acompañara hasta el Museo Arqueológico, dependiente de la Universidad Nacional de San Juan, que entonces se encontraba ubicado en las pétreas construcciones del antiguo hotel de la Laja, distante unos 20 kilómetros desde la ciudad de San Juan. Ahí pudo admirar las estatuillas de origen incaico, con sus ajuares en miniatura y demás elementos que Sergio Gino Job, Jorge Enrique Varas y yo, descubrimos enterradas a unos 6.100 metros SNM., sobre la ladera Norte del Mercedario, en enero de 1972. Ostrowski, quedó deslumbrado ante tamaña novedad, que en cierto modo ponía en duda si la suya había sido la primera ascensión al Mercedario o si ese gran nevado había sido escalado 500 años antes por los Incas. En una obra, en dos tomos, titulada, Paesi e genti del Caracorum, publicada en la ciudad de Firenze, en el año 1924, que don Víctor me obsequió entonces, y que aún conservo, se puede leer la siguiente dedicatoria: A mi gran amigo Antonio Beorchia Nigris, el conquistador del Pico Polaco y el entrometido que me despojó del título del primero en haber llegado a la cumbre del Mercedario. Con un gran abrazo ofrezco estos libros que son obras de montaña. Victor Ostrowski, Buenos Aires 20 – X – 1972. Personalmente Ostrowski, era un hombre de palabra fluida, buen conversador y mejor narrador, de estatura mediana, robusto, piernas algo arqueadas, facciones típicamente europeas, calvo y fumador empedernido. En Buenos Aires, permaneció hasta mediados de los años ochenta, por lo que recuerdo; por último, teniendo 80 años de edad, se casó con la propia secretaria con la cual regresó a Varsovia. Desde esa ciudad me escribió algunas cartas a las que siempre contesté, hasta que mi correspondencia ya no obtuvo respuesta.

Tapa del libro Safari en el continente negro donde cuenta su ascención al Kilimanjaro en 1953

Ultima foto de su libro Aventuras en el Africa Oriental en 1953

Respecto al hecho de que la cordada sanjuanina descubriera enterratorios incaicos en el cerro Mercedario, luego de que se lo dijera Antonio Beorcchia Nigris, el propio Víctor, decía: en cuanto a nuestro título honorífico de haber sido los primeros…cuando en la cumbre hicimos con Adam, el montículo de piedras en señal de victoria, no sabíamos que justo al lado estaban los restos de un altar inca, que demuestran que no éramos los primeros. Sin pena renuncio al honorifico título de primer vencedor del Mercedario. Con deferencia deposito tal dignidad en otras manos, desconocidas. Este reconocimiento me lo dicta el convencimiento de que eran fuertes y perseverantes, pues llegaban más alto que los cóndores.

Víctor Ostrowski, no cabe la menor duda que fue ante todo un hombre de honor, despegado del entorno material que el mundano común aquilata como antecedentes en su Curriculum Vitae, pero sin lugar a dudas, esto lo heredo de su familia y lo maduró especialmente, en sus numerosos y diversos momentos de su vida, al filo de las situaciones límites, tanto en la guerra en la cual le tocó participar, como en los momentos apasionados de sus soñadas montañas.

En el año 1966, participó de la expedición de estudios sobre los Esteros del Ibera, entre los ríos Paraná y Uruguay.

Estudio la cultura y tradiciones de los indios araucanos y mapuches. En el idioma polaco, publicó el libro Zycie Wielkiej Rzeki, Cztelnik, en el año 1967. Sus experiencias de su viaje por el río Paraná en kayak, las relató en su obra titulada, La vida en el gran río, traducida por Stan Odolski, y publicada por Editorial Cuarto Mundo, en la ciudad de Buenos Aires, en el año 1975.

Esta obra interesante, relata sobre el gran delta del río Paraná y del río Uruguay, una trama intrincada, en donde atraviesa en Kayak, varios miles de kilómetros de ríos, canales e islas. También, relató cual fue el origen de esta aventura mayor, salida de una apuesta entre amigos, uno de ellos, un alto Jefe de la Prefectura Naval Argentina, otro un Académico de Medicina, otro un rico comerciante de motores, y por último, un propietario de una isla del Delta. ¿En qué consistió la apuesta?, si era o no posible efectuar una navegación en un kayak por todo el curso del río en el territorio argentino de más de dos mil quinientos kilómetros del río Paraná. Ostrowski, aparentemente aceptó el reto, y finalmente, ganó la jugada.

Retrato de Victor Ostrwski. Pintura:  Profesora Adriana Scarso, Universidad del Salvador

Aunque tal vez, parte de esta excursión, también haya servido para tratar de averiguar la identidad de quienes se guarecían en las riberas selváticas del río, y aprender sobre la vida en esta vasta región.

Téngase presente que este viaje se realizó pocos años después de terminada de la Segunda Guerra mundial. Cuando las potencias aliadas aún buscaban el paradero de personas denunciadas por crímenes durante ese conflicto bélico.

Hoy en día ya se sabe que durante décadas, agentes de distintas naciones estuvieron indagando y rastreando pistas sobre veteranos de guerra refugiados en regiones apartadas y solitarias del Paraguay, y de la Argentina. Fue debido a ese trabajo de inteligencia que se lograron detectar algunos de estos individuos, que finalmente, fueron apresados, juzgados, y condenados o absueltos.

Trataremos de comentar parte de este libro, con muchas descripciones hechas por el propio Víctor, quien expresaba: La vida en el alto Paraná, tiene sus leyes y reglamentos. Una de ellas y la más importante es desconfiar de la gente desconocida, cuidar la espalda. La discreción es la costumbre local: no hacer preguntas, no indagar, respetar el silencio del otro, su posible identidad oculta, su retiro en la selva o en la soledad; por algo, que únicamente sabe él, la persona o tal vez unos pocos, está ahí viviendo su vida refugiado en estas condiciones silvestres tan singulares. No necesariamente una vida infeliz, por el contrario, muchas veces una existencia grata para un amante de la naturaleza, para un aventurero de alma, aunque algo peligrosa, o riesgosa. En la selva, se podía hallar desde un ex marinero del acorazado alemán Graf von Spee, hasta un culto y rico estanciero escapado de su mujer y de su familia.

Sobre cómo se le ocurrió la idea de esta expedición, el mismo Ostrowski, explicaba en su relato que en realidad se originó en una apuesta entre amigos, ¿si en un kayac o kayak era posible o no realizar esta navegación? Y agregaba: En el kayak, únicamente había espacio para dos personas. Al mismo, se le puso el nombre de Tramp y era semejante a los de los esquimales de la Groenlandia; su peso treinta y cinco kilogramos, su capacidad treinta y cinco kilos, su ubicación debajo de la cama del autor, en la ciudad de Buenos Aires. A proa se le puso un mástil de unos dos metros de alto, como para también poder impulsarse con la vela instalada, naturalmente pequeña.  

La ventaja del kayak era su poco peso, además que, era desarmable, y por ende transportable en dos bolsas marineras; el autor, lo llamaba el bicho colorado, porque el casco era de color rojo.

De todas formas, esta embarcación tenía un gran defecto, era muy incómoda  y también, bastante fácil de darse vuelta, teniendo en cuenta que en el río Paraná, suele haber bastantes remolinos.

En la cumbre del Aconcagua. De izq. a der.: Narkiewicz, Osiecki y Daszynski

Aproximación de los Polacos en la Expedición al Aconcagua, 1934

Para la primera etapa del viaje, el compañero fue Wincenty Bartosiak, comúnmente conocido por Vicente; nos hicimos amigos casualmente, nos encontramos en un salón bailable.

Era un egresado de la Escuela de Marina Mercante polaca, dueño de un gran barco frigorífico que se encontraba navegando por el pacífico, quien se entusiasmó con el proyecto y participó en la primera etapa. Pero como su tiempo era escaso, solo pudo acompañarme el primer mes del viaje, luego debió tomar un avión para volar a otra zona mundo, donde tenía asuntos comerciales impostergables.

En el kayak, llevaba una carpa desarmable tropical especialmente diseñada para el viaje, pues debía resguardarlos de las lluvias torrenciales subtropicales del Norte argentino. Debían evitar que en su interior entraran insectos, reptiles, u otros animales; el suelo era impermeabilizado, y se le podía instalar un mosquitero; se cerraba herméticamente, permitiendo la aireación durante la noche.

En la provincia de Misiones, territorio donde se inició el viaje se encontró en la Cachuera, con un gran hombre, don Juan Szychowski, un colono polaco, hombre capaz, trabajador incansable, un ser humano inteligente, industrioso y pionero, por ser inventor y constructor del primer torno en la Argentina, era un hombre muy observador y práctico, con un segundo grado aprobado de la escuela primaria, llegó a proyectar y a construir una represa de hormigón, una usina, un sistema de riego de arrozales, complejos industriales y grupos electrógenos.

Con un buen equipo el vivac en la nieve no es peligroso, se duerme comodamente. Foto: V. Ostrowski. Mas Alto que los Condores. Autor: Victor Ostrowski

Los polacos sobre el Glaciar a media pendiente. Con un buen equipo el vivac en la nieve no es peligroso, se duerme comodamente. Expedición Polaca en la Cordillera de los Andes, 1933. Foto: V. Ostrowski

Nuestro campamento a 6.350 mts. en la ladera oriental del Aconcagua. Foto: V. Ostrowski. Mas Alto que los Condores. Autor: Victor Ostrowski

Nuestro campamento a 6.350 mts. en la ladera oriental del Aconcagua. Foto: V. Ostrowski

Tenía un hijo, Lalo Szychowski, que fue el segundo compañero de Ostrowski. A don Juan Szychowski, se le ocurrió que para evitar la insolación, y las quemaduras, debido al fuerte sol que presumiblemente los acompañaría durante gran parte del viaje, instalar un techo o toldo plegable en el kayak, de manera que tuvieran sombra de día, y que les sirviera para colocar un mosquitero a la noche, fue una gran idea de este genio autodidacta; luego comprobaron, que el sol y el calor en algunos momentos del día eran espantosos. La región selvática, lugar de salida del viaje, era una tierra de nadie, un extenso paso de contrabandistas, un refugio de gente prófuga de la acción de la justicia; un sitio aún virgen, natural, y primitivo.

En el río Iguazú, por lo general se producen cambios del nivel de las aguas y tanto en ese curso de agua como en el Alto Paraná, como consecuencia de las crecidas de los ríos en sus nacientes, por las lluvias que se producen en época estival; entre los animales que en este medio hay, podemos mencionar: yacarés, serpientes, yararás, ñacaninás, cascabeles, corales, jaguares, yaguaretés, tapires, cardúmenes de pirañas o piranhas, miles de pájaros diversos, buitres, insectos dañinos, moscas ura; en el río de puede encontrar surubíes, manguruyús, pacús, sábalos, pejerreyes, dorados, y muchas otras especies de peces. Por el cauce del Paraná, navegan barcos de diferentes tipos y portes, grandes, medianos y pequeños. Se suelen ver barcos de ultramar hundidos por la acción del llamado pampero, o huracán; en el agua sobresalen sus mástiles.

Durante el trayecto nos contaba Víctor: En determinado momento durante nuestro viaje, el gran barco de ultramar Ciudad de Buenos Aires, atestado de pasajeros detuvo sus máquinas y se inmovilizó a nuestro lado haciendo sonar tres veces su sirena para saludar al diminuto kayak Tramp; y el capitán del barco, desde su puesto de mando nos hizo la venia, fue un homenaje entre marinos de alma, fue muy emocionante. En otro pasaje de su obra, nos cuenta que: Yo iba por el medio, pasando de cerca una boya tras otra; no me daba cuenta de que la mayor frecuencia del pasaje de las boyas significaba el estrechamiento del canal por donde pasan los barcos, pero el río estaba desierto. En ese momento estaba solo yo, y mi kayak; cómodamente recostado, remé despacio y cantaba a todo pulmón, cantaba para mí y para los dioses. No había críticas en esta soledad, nadie se quejaba de mi falta de voz y de oído, cantaba despreocupadamente, estaba contento!! Por casualidad volví la cabeza y miré atrás. ¡Horror! estaba cerca y crecía ante mis ojos navegando a todo lo que daban sus hélices ¡un enorme carguero! …cortaba el agua y levantaba una ola; yo sabía lo que esto significaría.

Las hondas grietas en el glaciar a 6.400 metros, Aconcagua

Las hondas grietas en el glaciar a 6.400 metros, Aconcagua. Foto: Victor Ostrwski

En la cumbre del Aconcagua. De izq. a der.: Narkiewicz, Osiecki y Daszynski

Los Polacos en la cima del Aconcagua. En la foto, Narkiewicy, Osiecki y Daszynski, 8 de marzo de 1934

No recuerdo si grité, no tendría ninguna importancia. ¿Qué podría significar para un coloso una pequeña cascarita - mi kayak - que flotaba por ahí cerca? Lo cortaría por la mitad, no la aplastaría tampoco y sí la cubriera con la ola… ¿Qué lobo marino se preocuparía por estas cosas en el río? éramos nosotros los que debíamos cuidarnos, y salir del camino; ellos tenían su ruta marcada, tenían su piloto, tenían tareas mucho más serias que cuidar la integridad de cualquier insignificancia que flote en el río. Remé hacia la costa como un poseído. ¡Rápido! ¡Más rápido! con tal de alejarme de esta mole impetuosa, no solo salí del camino, sino también, logré huir de las aguas profundas.

El barco carguero pasó callado, indiferente, sin haber advertido la tragedia que había estado a punto de suceder. Era realmente grande, muy grande. Visto desde el kayak: ¡enorme! ya había pasado.

Pero la ola, cortada por su proa, venía tras él, abriéndose en triángulo, una ola asesina, parecía serena como las olas de alta mar y se acercaba con el feroz envión de sus masas y cuando esta ola marina llegó desde la profundidad y chocó contra las aguas de la playa ¡estalló! elevó su cresta de espuma, más alta que mi pequeño mástil, y me embistió desde arriba.

Me cubrió, me maltrató, me ahogó. No sabría decir si mi Tramp, hizo un vuelco completo o si se reclinó de costado y así recibió el golpe. No lo sé porque fui lanzado fuera de él, por un instante perdí la orientación; al salir a la superficie, escupía el agua del río, atragantado, aturdido, y atontado. El Tramp estaba a mi lado, lleno de agua; pero con el mástil para arriba, no se hundió gracias a las cámaras de auto llenas de aire, que llevaba a los costados, tenía el aspecto de un verdadero ahogado. Lo llevé hasta la costa, nadando y por suerte, flotando en el agua, finalmente, halle los remos. Posteriormente, pude seguir, arribando a Buenos Aires y ganar la apuesta realizada.

En la cumbre del Aconcagua. De izq. a der.: Narkiewicz, Osiecki y Daszynski

Un breve descanso en el borde del Glaciar. A nuestros pies, lejos de nosotros, el Valle Relinchos. Foto: V. Ostrowski

Nos comentaba Jacquelin Watzl, quien conoció bastante a Victor, al igual que su marido, Gerardo: Fue un fumador empedernido, cuando nos visitaba en nuestra casa dejaba adentro una cortina de humo; fue además, un aventurero, hablaba seis idiomas, aunque el castellano le resultaba bastante difícil de hacerlo bien, cuando llegó a la Argentina, por segunda vez, solía hacer largas cabalgatas especialmente, en la zona Sur de nuestro territorio, en la zona de Neuquén y Rio Negro, llevando consigo solo lo necesario para subsistir, era muy amable, muy buen fotógrafo, habilidad ésta que le permitió realizar varias exposiciones de fotografías.

Volvió a Polonia, en el año 1975, fue autor de innumerables conferencias en radio, TV y publicas, relacionadas a su actividad.

Socio Honorario del Club de Alta Montaña, de la Sociedad Polaca de Alpinismo en Varsovia, además de incontables sociedades de montañismo en el exterior.

En el año 1985, fue condecorado con la Medalla del Cincuentenario de las Expediciones Andinas Polacas. Los últimos veinte años de su vida los pasó en Varsovia. En total había preparado cinco ediciones polacas de su libro más famoso Más alto que los cóndores.
Este libro resultó ser un verdadero manual de andinismo, entendido como actividad cultural y humanitaria, dado que en él, realizó una descripción profunda de las costumbres de los pueblos de América del Sur.

También descubrió y destacó que los pioneros y los primeros en osar las cumbres de los Andes fueron los nativos, rindiéndoles un homenaje a estos anónimos precursores. Este gran andinista fue, en Polonia, el mejor embajador de los países andinos, de sus habitantes y de sus costumbres y cultura.

Sus escritos enriquecieron la cultura de Polonia y de América Latina. El 8 de marzo de 1984, cuando se cumplía cincuenta años de aquella gloriosa ascensión al Aconcagua, por esa nueva ruta o vía que inauguraron los polacos, se realizó una conmemoración en Varsovia, el propio Víctor, fue invitado a realizar una conferencia sobre la misma, la que hizo apoyado por medios audiovisuales.

En su honor se bautizó uno de los glaciares del Mercedario, Glaciar Ostrowski, bautizado por una expedición japonesa, que coronó la ascensión al cerro, en el año 1968.

Luego fue condecorado, con la Orden Dwiwicusit, una distinción de montaña. Este cóndor plegó sus alas en su querida patria, Varsovia, el 19 de enero de 1992.

Victor Ostrowski en su estudio, 1981

Victor Ostrowski, 1981


Bibliografía Recomendada:

Enciclopedia Incompleta de Montaña


Área Restauración Fotográfica del CCAM:
Natalia Fernández Juárez

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