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Diario de Supervivencia (2 meses solo en la cumbre del Aconcagua)
Restauración Fotográfica: Centro Cultural Argentino de Montaña, Natalia Fernández Juárez
AUTOR: Fernando Garrido
EDITORIAL: Martínez Roca.
AÑO: Edición 1986
FORMATO: 20 x 14 cm.
PÁGINAS: 215
IDIOMA: Castellano
Tapa del Libro 7000 metros Diario de Supervivencia. Autor: Fernando Garrido
Resumen
Este Libro se lo dedico a papa, mama, y Daniel, que fueron asesinados injustamente por ETA.
Mientras lucha denodadamente por sobrevivir en la cima del Aconcagua, la montaña más alta de Sudamérica, Fernando Garrido escribe su diario íntimo, en el que refleja minuciosamente los detalles de su proeza. Enfrentándose a problemas de oxígeno, vientos huracanados de hasta 200 kilómetros por hora y temperaturas que descienden hasta los 45 grados bajo cero, el montañero logra permanecer 66 días en la cumbre y batir el récord mundial.
Este libro es un apasionante testimonio de la sed humana de aventuras. «Arriesgarme es mi modo de vivir», dice Fernando Garrido. Y, en efecto, emprende junto a su novia, que le acompañará en gran parte de la aventura, una hazaña única de supervivencia humana en las grandes alturas. En condiciones totalmente inadecuadas para la vida, hasta la mínima tarea de proveerse de agua constituye un esfuerzo sobrehumano. Las enfermedades, las alucinaciones, los imprevistos, forman parte de la vida cotidiana, así como las dificultades para alimentarse y la desesperante soledad. El aventurero solitario plasma con espontaneidad sus temores, sus dudas, su capacidad para suplir con ingenio lo
que no posee en medios, sus ansias por regresar a la civilización.
En el Aconcagua, una de las moles más peligrosas del mundo, que se ha cobrado ya casi un centenar de víctimas, Fernando Garrido escribe, refugiado en una pequeña tienda de lona, las páginas de este diario, que reflejan fielmente una historia real que rescata todo el sabor de la aventura.
Prologo del Libro
Aconcagua..., reino de silencio y desolación..., fascinación de la altura y peligro de muerte..., rocas traicioneras, paredes abruptas, abismos insondables que parecen hundirse hasta las mismas puertas del infierno...
Campamento en la Cima del Aconcagua Al fondo se ve el Nevado Juncal Fernando Garrido
El Aconcagua es una montaña trágica. Desde la vertiente sur también es una montaña bella, con su sucesión de acantilados superpuestos cubiertos de nieve. Sin embargo, si se la mira desde cualquier otro ángulo, no resulta especialmente bonita. Pero aun así, sus aristas, sus planicies, sus ventisqueros, ejercen una enorme fascinación sobre los montañeros.
Aquí no hay señal de vida. Ni una brizna de hierba. Todo es soledad blanca, encubriendo el peligro que acecha a cada paso. Los andinistas saben que el Aconcagua no es particularmente difícil de escalar, pero las condiciones de supervivencia son tan extremadas que, en poco tiempo, la energía humana se ve diezmada y comienzan los dolores, las depresiones anímicas, las alucinaciones. Es cuando aumenta el margen de error y los riesgos se multiplican: el Aconcagua tiene una trágica lista de víctimas desde que, en 1883, el primer ser humano se decidió a escalarlo. Fue el alemán Paul Güssfeld, quien intentó infructuosamente coronar la cima por la vertiente norte.
Esta montaña de 6.959 metros se halla en territorio argentino, dentro de la provincia de Mendoza. Pertenece a la cordillera de los Andes, que actúa como frontera natural entre Argentina y Chile y recorre buena parte del continente suramericano. Hay quienes consideran que fue bautizada por los indios aymará como KON KAWA, que significa «monte nevado». Otra hipótesis sugiere que su denominación proviene del río que corre en sus proximidades y al que los indios araucanos llamaban ACONCA-HUE, «que viene del otro lado de la montaña». Sin embargo, los más recientes estudios etnológicos se inclinan por la expresión quechua AKON-KAHUAK, que significa «centinela de piedra». Es una metáfora feliz para definir su hieratismo inmutable.
Instalado en la cima del Aconcagua. Libro: Diario de Supervivencia, Fernando Garrido
Supervivencia a 7000 mts. Fernando Garrido Principio de congelamiento en los dedos
Existen diversos caminos para coronar esta montaña. En la experiencia que describo en este libro se ha elegido la llamada «ruta normal».
Porque de lo que aquí trataremos, fundamentalmente, no es tanto de los avatares de una dramática ascensión como del deseo de probar el límite de la resistencia humana: sobrevivir en soledad el mayor tiempo posible en la cumbre del Aconcagua.
La intimidad de esta experiencia de supervivencia a 7.000 metros es lo que he intentado reflejar, del modo más fiel posible, en este libro, en el que también se incluyen diversos apéndices e informaciones objetivas que pueden resultar útiles a otros aventureros sedientos de montañas y riesgos.
Yo no soy escritor; se trata de mi primera experiencia en este campo. Soy un hombre de pocas palabras, mis amigos me lo dicen. Pero a lo largo de la experiencia me tomé con gran ilusión el esfuerzo de «traducir» lo que veía y sentía, con la esperanza de poder compartir las sensaciones vividas. Por eso pensé que el mejor modo de transmitir el sabor de esta aventura era desde dentro, es decir, desde el diario personal que, a modo de cuaderno de bitácora, fui escribiendo en la montaña, con las manos heladas. Sería feliz si pudiera lograr que supiese a viento, a nieve, el placer de la victoria.
Fernando Garrido
Ultima foto en la cumbre con la nariz congelada y la ropa sucia de no lavarme en dos meses
Izq.: Fernando Garrido antes de estar dos meses en la cima del Aconcagua estaba fuerte y musculoso.
Der.: Fernando Garrido Despues de la prueba se ven todos los huesos
Planeamiento médico de la aclimatación a la altura
El empeño del ser humano por medirse con lo que le es adverso, así como su afán de aventura, lo han impulsado hacia la conquista de las cimas montañosas desde tiempos remotos. Las referencias históricas mencionan la ascensión del Canigó en 1285 por parte de Pedro II de Aragón o, en 1336, la subida de Petrarca al Mont Ventoux. Pero al deseo de coronar las cimas se unió la ambición de las grandes alturas, y así fue como, en 1921, se intento por primera vez el ascenso del Everest. Las tormentas y la falta de oxigeno pondrían limites a este sueño hasta 1953, cuando Tensing y Hillary alcanzarían la cima con la ayuda de botellas de oxigeno.
Otros 82 seres humanos seguirían sus pasos hasta el 8 de mayo de 1978, cuando Messner y Habeler realizarían la proeza de escalar el Everest sin la ayuda de oxigeno artificial. Con ello proporcionaban un excepcional aporte a la medicina deportiva al permitir un mayor conocimiento de la respuesta del organismo humano sometido a situaciones excepcionales. En 1979 un medico francés, Nicolas Jaeger, logro permanecer durante 60 días a 6.768 metros, en el Huascaran (Perú), realizando estudios científicos. Desgraciadamente, murió al año siguiente en el Himalaya, sin haber podido elaborar un informe de sus resultados.
Problemas de la altitud
En este contexto, se habla de altitud al referirse a elevaciones superiores a 2.500 metros sobre el nivel del mar. No siempre se trata de montañas: también hay altiplanicies, mesetas y, desde luego, ciudades y poblaciones enteras que viven en ellas. Puede decirse que hasta los 3.000 metros el organismo normal no presenta problemas de importancia. Pero según las investigaciones realizadas en 1986 por el doctor Nultgren, a partir de los 3.000 metros surgen problemas en casi la tercera parte de las personas que ascienden a ese nivel con rapidez, sin la adecuada aclimatación previa. Logicamente, a partir de los 5.000 metros estos problemas se multiplican, y es necesario poseer una buena preparación física para soportarlos.
Los problemas aparecen debido a la escasez de oxigeno, pues con el aumento progresivo de la altitud se verifica una disminución de la presión del oxigeno ambiental. Se establece entonces el siguiente proceso:
1) Hipoxia.
2) Cambios en el transporte de oxigeno.
3) Alteraciones respiratorias, del sistema cardiovascular y de las glandulas secretoras.
La hipoxia o deficiente oxigenación de las células desencadena importantes cambios en el proceso normal del organismo. Los glóbulos rojos, cuya misión consiste en captar y transportar todo el oxigeno que respiramos hasta los más apartados rincones del organismo, experimentan un aumento importante a fin de atraer la mayor cantidad de oxigeno posible. Simultaneamente, la respiración se «acelera», intentando absorber mas oxigeno: se incrementan las inspiraciones y espiraciones por minuto, que serán aun más frecuentes si además se está desarrollando un esfuerzo físico, como el que impone la escalada. La consecuencia lógica de esto es que el corazón trabaja a mayor velocidad y sufre un desgaste mayor. Y obviamente, también el cerebro y el resto de órganos de nuestro cuerpo se ven afectados en cuanto a la circulación sanguínea se refiere.
Otra obligacion que me inpongo diariamente es escribir en mi diario, hace frio y los dedos no me obedecen,
detras unos de los cocidos que le hice a la tienda
Patología de la alta montana
Si el ascenso se produce demasiado de prisa, si el organismo no se halla en excelentes condiciones, si el entorno es singularmente adverso o si el periodo de aclimatación no se ha realizado correctamente, este tipo de modificaciones provocan alteraciones patológicas. Los efectos negativos de la altura (con su escasez de oxigeno) sobre el cuerpo humano eran conocidos desde hacía mucho tiempo, pero en 1950 pudo obtenerse un testimonio vivo, cuando un montañero, el sacerdote jesuita Jose D'Acosta, escribió:
Cuando llegue a la cima de esa montana... me vi sorprendido por tales punzadas de retortijones y vómitos que pensé que iba a perder incluso el alma...
Hoy sabemos que la descripción encaja perfectamente con el denominado «mal agudo de las montanas». Este trastorno se manifiesta por sensación de malestar, torpeza en los movimientos, nauseas, dolor de cabeza, déficit respiratorio y vértigos. Habitualmente se presenta por encima de los 3.000 metros pero, desde luego, no todos los organismos son igualmente sensibles a las deficiencias de oxigeno; así, algunos poseen un mayor grado de resistencia, y otros comienzan a padecerlo a alturas bastante inferiores. De acuerdo con los trabajos de Clarcke (1984), los síntomas se presentan entre 6 y 36 horas después de haber superado el límite de la altitud, y se mantienen unas 48 horas. Según Nultgren (1986) los síntomas son mas acusados si la ascensión se efectúa con rapidez. Los síntomas se van atenuando al perder altura, pero si se permanece en ella pueden prolongarse unos 8 días. Se les combate mediante una dieta controlada, analgésicos y una adecuada aclimatación. La patología de la montaña puede llegar a derivar en cuadros verdaderamente graves, como el edema pulmonar o el edema cerebral de altura. Los más frecuentes, sin embargo, no revisten tal gravedad, y son los siguientes:
AFECCIONES DIGESTIVAS
La altitud modifica la tolerancia del organismo a los alimentos. Es corriente que se pierda el apetito, la digestión se haga más lenta y el tránsito de los alimentos por el intestino provoque alteraciones en las deposiciones.
DESHIDRATACIÓN
A causa de la extremada sequedad del ambiente ocasionada por la altitud, las pérdidas de agua por la respiración y la transpiración son muy elevadas. Si a ello se agrega el desgaste que impone el esfuerzo físico, se comprenderá por que las posibilidades de deshidratación aumentan de forma importante.
BAJAS TEMPERATURAS
Las adversas condiciones de supervivencia, el frio extremo, el déficit de oxigeno y el gran esfuerzo que se exige al organismo aumentan el riesgo de congelación, con diferentes grados de gravedad, y de hipotermia.
Al anochecer y con una sensacion termica de 65 bajo cero, Jose Maria Garcia ha logrado contactar
conmigo a traves de los radioaficionados de Santiago
Todo el dia derritiendo nieve para poder beber y comer, en el suelo s even una de las dos piedras
que impedian que el viento me lleve
TRASTORNOS PSICOLÓGICOS
Sometido a condiciones difíciles y excepcionales, todo ser humano, por fuerte que sea o crea ser y por bien preparado que este, se halla expuesto a alteraciones en sus hábitos que provocan cambios en su comportamiento. El peligro, el miedo, la soledad, la infravaloración o supervaloración de sus propias fuerzas, alteran su sueño y su conducta, incluso dentro de un grupo.
ALUCINACIONES
Las alteraciones psicológicas y los trastornos de percepción inducen a la aparición de alucinaciones, es decir a la errónea captación de un estimulo por parte de los sentidos. El sujeto tiene conciencia plena de realidad sin que haya existido ningún estimulo externo. Son numerosísimos los testimonios al respecto, incluso por parte de personas que han permanecido a grandes alturas durante un corto periodo de tiempo.
AGOTAMIENTO
El esfuerzo continuado, las condiciones adversas y el déficit de oxigeno pueden llevar a situaciones críticas de agotamiento que impidan una respuesta adecuada a las exigencias.
ACLIMATACIÓN
En el caso de la altura, la aclimatación debe orientarse hacia los siguientes factores:
• Escasez de oxigeno.
• Sequedad extrema del ambiente.
• Bajas temperaturas.
• Adaptación al esfuerzo extraordinario.
Ya en la montana, la aclimatación se facilita controlando que el ritmo de la ascensión sea progresivo, a la vez que se instalan sucesivos campamentos de altura, cada vez más elevados. Es aconsejable descender a dormir o permanecer varios días en cotas inferiores a las más altas que se hayan alcanzado, y luego volver a subir, a fin de poder estar durante más tiempo en los límites a los que se llego anteriormente. Al llegar al último campamento se estará en mejores condiciones para lanzar el último ataque a la cumbre de siete u ocho mil metros. Esta forma de aclimatación se denomina «diente de sierra», y está considerada como la más eficaz en ascensiones a las montanas más altas de nuestro planeta.
Campamento en la cima del Aconcagua detras se ve la pared y la cumbre Sur Fernando Garrido
Indice
Prólogo.............................................................................................. |
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Libro: Diario de supervivencia, Fernando Garrido
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- Supervivencia a 7000 mts. Aconcagua, Provincia de Mendoza
Área Restauración Fotográfica del CCAM: Natalia Fernández Juárez
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