Rescates en el Chaltén, Provincia de Santa Cruz
Revista "Al Borde" N° 28 y 29, Noviembre y Diciembre de 1999
- por Santiago Storni -
Santiago Storni |
Esta nota fue publicada en la revista “al borde” números 28 y 29 en noviembre y diciembre de 1999, y es un resumen de reportajes realizados ese año por Santiago Storni a:
* Eduardo “Calefón” Fernández: Guía de la Asociación Argentina de Guías de Montaña. Guía salidas y daba cursos en el Chaltén y Buenos Aires con su empresa “Viviendo Montañas”. Varios años después trasladó su actividad a Tierra del Fuego. Florencia Chilinski, era su mujer en 1999, y colaboraba en los cursos.
* César Acuña: Escalador. Estaba recién llegado a el Chaltén a donde fue a trabajar en la Construcción (Carpintería) y a escalar, y se quedó a vivir. Actualmente es presidente del Centro Andino El Chaltén y directivo de la Comisión de Auxilio.
* Guillermo Martin: Montañista. Coordina entrenamientos para montañistas y salidas durante todo el año. Con amplios conocimientos de Medicina China y Primeros Auxilios. Actualmente Director del Centro Cultural Argentino de Montaña.
* Diego Geier: Escalador. Integraba en 1999 el staff de Instructores del Centro Andino Buenos Aires. Luego creó y desarrolló la marca Rotpunk de indumentaria de montaña.
Este trabajo no es un informe oficial. Los relatos, análisis y opiniones son a título personal de cada uno de los entrevistados.
Ubicación del Chaltén, Santa Cruz, Argentina
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El 20 de febrero (de 1999) el cordobés Guillermo “Gatito” Durá se accidenta escalando en Paso Superior
César: Paso Superior es desde donde se puede atacar el Fitz Roy, la Poincenot, la Mermoz, la Guillaumet y la Val de Biois.
¿Bivouaqueás ahí?
Hacés cueva (de hielo).
El Gatito es de Córdoba, y estaba escalando con unos chicos de Tandil.
Guille: Estaba sin seguro.
César: Sí. Cuando estaba destrepando, se sale una laja (del tamaño de un televisor) y le cae arriba del pie. Allí estaban los chicos de Tandil y una expedición de japoneses que lo cuidaron durante toda la noche que siguió. Alguien baja hasta Río Blanco, y de allí son diez minutos más hasta Poincenot donde estaba Marcelo Fayer con un grupo de clientes, y con su radio avisa a El Chaltén y se empieza a organizar el rescate.
¿Por qué no avisan a El Chaltén directamente desde Río Blanco?
Porque ellos no tenían radio.
Guille: Uno sube sin esas precauciones porque nunca espera tener un accidente.
Trasladando al austríaco en la camilla técnica por el glaciar junto a la Laguna de los Tres.
Foto: Guillermo Martin
¿Cómo te enteraste del accidente?
Cesar: En Chaltén esa tarde nos cruza una camioneta de la Comisión de Auxilio, y nos avisan. Un helicóptero de Gendarmería justo estaba para cubrir la vuelta al Hielo de unos chicos de la Plata, que la transmitían por Internet. Cerca de las seis de la tarde nos juntamos todos en la oficina de Alberto del Castillo. Vista la situación, nos vamos cada uno a su casa a buscar el equipo (de hielo): botas plásticas, crampones, piquetas, para poder llegar hasta Paso Superior. Y nos llevan en camioneta hasta El Pilar.
Cale: Yo estaba en casa cuando recibo el aviso. Sabíamos que era grave y teníamos que ir lo más rápido posible. Como a las siete de la noche salimos para El Pilar, que es una hostería que está saliendo para Lago del Desierto. Ahí hubo una reunión para organizarnos.
Un grupo salió antes por su cuenta; supuestamente iban a seguir para arriba.
César: Ya estaba oscureciendo, y empezamos a subir por nuestra cuenta. Pasamos todo lo que es Piedras Blancas y llegamos a Río Blanco de noche. Allí nos encontramos con los chicos de Tandil, y todos los que estaban ahí. Recién entonces nos informan bien los que habían estado con él, y nos explican lo que había pasado. Fuimos el primer grupo que subió. Al rato llegó el segundo grupo que había salido de El Pilar. Y nos empezamos a organizar para seguir subiendo.
Durante la noche
Cale: Nosotros con las linternas frontales, en una hora y pico llegamos como a las nueve de la noche a Río Blanco. Ahí se organizó un poco más la cosa. Se dividieron las tareas. Con Oscar (Pandolfi) y con Marcelo (Pagani) nos íbamos a encargar de sacarlo del glaciar, y traerlo por el borde de la Laguna de los Tres. Del lado izquierdo de la laguna hay una soga fija, pero hay mucho pedrero suelto y es muy peligroso para pasar una camilla. Por el lado derecho era complicado también, pero más seguro.
Traslado a hombros en la camilla de la Comisión de Auxilio por el glaciar junto a la Laguna de los Tres.
Foto: Guillermo Martin
A Guillermo ¿Vos, dónde estabas cuando te enteraste?
Guille: Yo estaba en Bridwell, con un grupo.
César: Marcelo (Fayer) estaba ocupado con clientes. El Polaco (Kosmal) también estaba con clientes en Chile...
Guille: También estaban en Bridwell los chicos (del C.A.B.A.). Palmados, porque venían de levantar campamento y habían llegado esa tarde.
Diego: Habíamos pasado una noche horrible en el Bivouac Noruego al pie del Cerro Torre. El viento, la lluvia y el frío, nos habían dejado en un estado lamentable. El clima parecía que ya no mejoraría. Con un viento terrible bajamos todo el equipo que habíamos subido a lo largo de un mes. Quedamos bastante cansados.
En la cabaña de Bridwell, disfrutando de ropa seca y comida caliente, gracias a la radio de Manuel (Virabent), ayudante del “Trekking Glaciar”, nos enteramos del accidente, y de que la primer etapa del rescate ya estaba organizada, pero que tal vez hiciera falta nuestra ayuda a la mañana siguiente para relevar a los que trabajaran durante la noche.
Guille: Caparrós, el Guardaparques, nos dice por radio que saliéramos a la madrugada.
César: Cuando hay un accidente hay personas que se quedan despiertas, atentas con la radio encendida toda la noche.
Cale: Nosotros nos quedamos en Río Blanco. Había muchísimo viento. Salió el primer grupo, medio acelerados y por su cuenta, porque eran amigos del accidentado. Con ellos fueron también dos austríacos. Llevaron férulas inflables, una camilla, etc. Nosotros nos quedamos organizándonos.
La idea era que, de los que salieron primero, un grupo siguiera hasta arriba y otros se quedaran en el borde de la laguna del otro lado, para hacer un relevo cuando los de arriba bajaran, y ayudarnos a nosotros a sacarlo delante de la laguna, y de ahí en más que lo bajara el resto de la gente.
Nos fuimos a dormir con la bolsa de bivouac, en unas carpas. Y dimos la orden de, hacia el glaciar no pasara nadie que no tuviera experiencia. No queríamos que ocurriese otro accidente.
César: Entonces se adelantan tres amigos del Gatito y unos austríacos, que días antes habían repetido la ruta Roger Flush (una de las más difíciles del Fitz).
Pasando la laguna empiezan a subir por el glaciar, con mucho viento. Salían volando,
rodaban. Uno de los austríacos, mete el pie en una grieta, recibe un golpe de viento y se quiebra..! Lo bajan casi hasta la laguna. Ese grupo no tenía handy, y nosotros íbamos a salir atrás de ellos. Entonces algunos se quedan ahí con el austríaco, esperándonos.
Cale: El resto de ellos siguió para arriba sin siquiera enterarse. Iban tan rápido que ni miraron para atrás. Al austríaco lo abrigaron y uno bajó a Río Blanco a avisar.
César: Nosotros todavía en la cabaña, como había tanto viento habíamos decidido esperar a que amaine, sin saber lo que les acababa de pasar a los chicos en el glaciar. Comimos algo y nos tiramos a descansar, porque hasta entonces nadie había dormido y ya eran las tres. No nos terminamos de acostar que aparece uno de los chicos de Tandil, diciendo: “Bueno, vamos ahora porque se quebró otro!”.
Cale: Nosotros habremos dormido una hora y media, y nos despiertan con que había otro accidentado: uno de los austríacos. El caso era que había que subir otra camilla, y se iba a complicar todo.
César: La noche se hacía interminable y algunos decidimos subir, ya de noche, ya con otra camilla, otra férula inflable, todo. Llegando a la Laguna de los Tres miramos para atrás y vemos abajo todas las linternas de los que venían subiendo, desde El Chaltén, desde El Pilar y desde Bridwell. Nosotros éramos cinco. Íbamos con Gerardo, un chico de Parques. Y para llegar al Glaciar de los Tres, tenés que pasar por unas cuerdas fijas, por un sector de roca muy expuesto, que si te caés te quedás colgado. A este chico le decíamos “¿Menos mal que no ves por dónde te estamos llevando, porque si vieras, no vendrías!” Él decía: “Sí, mejor no me cuentes”. Seguimos para arriba hasta encontrarnos con el grupo del quebrado, todo esto de noche. Y los otros empiezan a subir, porque a todo esto, ninguno había subido. Se habían quedado ahí con él.
El austríaico Peter Janschek asistido por un rescatista.
Foto: Guillermo Martin
Amanece
César: Empieza a amanecer. Y con Gerardo quedamos solos con el austríaco. Mirábamos y la gente no aparecía. Nadie asomaba por el filo de la laguna. Entonces hablábamos con él, porque algo de castellano entendía. Su compañero había seguido con el grupo hacia arriba sin enterarse. Al rato empezamos a ver los grupos que se acercaban por el otro lado de la laguna, tallando escalones. Hacía frío; el sol ni aportó.
Cale: Empezó a despuntar el alba y decidimos salir para arriba.
¿Con quiénes estabas?
Oscar Pandolfi, Marcelo Pagani y yo. El tiempo estaba feo. Sabíamos que la única posibilidad de sacarlos si aparecía el helicóptero, iba a ser entre las diez y las doce del mediodía, porque es la hora que el tiempo suele estabilizarse un poco. Así que si pretendíamos sacarlos con helicóptero, teníamos que actuar rápido.
Cerca de las cinco de la madrugada habremos llegado a la Laguna de los Tres, y empezamos a montar todo el sistema. Hay una parte que es muy inclinada, con piedras mojadas, con nieve, bastante feo. Ahí llevamos todo el equipo de roca para equipar varias sogas fijas. Hablamos por radio con los de arriba, y todavía no habían llegado a la cueva de hielo. Y nosotros los veíamos subiendo por la mitad del glaciar. Y el austríaco estaba a unos 800 metros arriba nuestro, sin radio pero acompañado. Nos quedamos armando este sistema para pasarlo del modo más seguro. Se tallaron escalones, se hicieron canaletas para que pasara la camilla, se fijaron todos los seguros, se pusieron en una parte dos y en otra tres sogas fijas... Por nuestra ubicación éramos los que mejor nos podíamos comunicar con los de arriba y con los de abajo.
Guille: En Bridwell nos levantamos a las 4.00. Por la radio nos confirmaron que sí necesitaban ayuda; más equipo, sogas, etc. y gente, por si el helicóptero no podía ir y había que bajarlos caminando. Partimos con todo el equipo de hielo. Llegamos a Río Blanco a las 6.00. Y allí no nos dejaban seguir. Aprovechamos para tomar un té caliente. Estuvimos como 45 minutos.
Diego: Nos levantamos a las 4.30 y partimos rumbo a Río Blanco cargando algo de material para hielo y algún Mantecol. Al llegar nos enteramos que la situación se había complicado con la fractura de la pierna de un austríaco que colaboraba en el rescate, y que el Gatito Durá estaba mal. Luego de un rápido té caliente salimos para la Laguna de los Tres. Y al llegar allí... no pude salir de mi sorpresa: estaba todo el pueblo ayudando!
Complicado pasaje de la camilla por las cuerdas fijas bordeando la Laguna de los Tres.
Foto: Guillermo Martin
El helicóptero
César: El Grupo de Auxilio allá lo conforman escaladores, con muchas agallas, y ayudan todos. Si hay alguien en problemas, van!
Venían llegando de este lado de la laguna los de abajo. Llega Max, que es el Paramédico. Con él pasamos al austríaco a otra camilla. Nosotros habíamos subido una que dejó (Casimiro) Ferrari en Río Blanco después de que su mujer tuvo un accidente hace unos años. (Accidente Ferrari - Valle del Torre).
A todo esto, el helicóptero seguía sin despegar. Alberto del Castillo estaba en Río Gallegos, y se enteró por su esposa. Y empezó a hablar con Gendarmería allá.
Cale: Es que todo eso tiene un costo, el combustible, el tiempo de vuelo, el riesgo que se corre... y hay un solo helicóptero, de Gendarmería, con base en Río Gallegos.
Finalmente... le llegó la autorización para despegar!
César: Los chicos arriba ya habían pasado la “Escalera al Cielo” y ya entraban en Paso Superior. Ni media hora después de que entraron, ya los vimos aparecer con el Gatito, porque se alcanza a ver desde donde estábamos nosotros. Mientras, al austríaco teníamos que pasarlo hasta un nevé. Ya se había repartido gente a lo largo de todo el recorrido como para ir pasándose la camilla.
Cale: Ahí nos enteramos que el helicóptero sí venía. Entonces como a los de arriba les faltaba mucho, decidimos darle prioridad al de abajo y sacarlo cuanto antes. Empezamos a moverlo.
Cesar: Llevarlo hasta el nevé tomó como dos horas. Uno daba seguro y lo teníamos entre todos. En un momento estábamos todos parados sobre una gran bola de hielo, toda resbalosa, y con una mano teniendo la camilla. Merlyn y Oscar asegurando a nueve personas, incluído el herido.
Cale: Estábamos sacándolo del glaciar, en lo más complicado, y justo en ese momento aparece el helicóptero! Desde ese sitio era imposible. Tardaríamos 20 ó 30 minutos en sacarlo a un lugar accesible para el aterrizaje. Teníamos que tomar una decisión, y el piloto por la radio me dice que no podía esperar porque el tiempo estaba empeorando. Con él estaba Caparrós (de Parques Nacionales) que es un tipo muy capo y objetivo. Y nos dice: “O lo bajamos ahora, o no lo bajamos”. Le pregunto al piloto cómo veía la cosa arriba, y me contesta que muy difícil. Le digo entonces que saquemos al austríaco para al menos sacar a uno.
Guille: Primero lo iba a sacar de al lado de la laguna, pero no pudo bajar ahí porque había mucho viento. Ya se venía el “pesto”.
Cale: Levantó vuelo. Le dije que si iba a hacer un descenso difícil, entonces que le diera prioridad al de arriba, que era el que estaba más complicado para bajar. Al austríaco ya lo estábamos sacando. Arriba iban a tardar un montón de horas más, y peor si seguía desmejorándose el tiempo.
Dijo “Bueno, voy a intentarlo”. Fue, dio una vuelta, volvió, y dijo: “No, me parece que no lo vamos a poder sacar”.
Y yo ahí le rogué “¡Por favor sacalo!” El pibe va a perder la pierna! Sacalo, es la prioridad! Acá abajo no te preocupes que con este nos arreglamos. ¡Por favor, sacá al de arriba!”
Dijo “Bueno, voy a intentarlo de nuevo”. Dio una vuelta más y ya estableció contacto con los que venían de arriba.
Nota: El helicóptero no puede bajar en cualquier lado, y es el piloto el que decide si bajar o no.
César: Los chicos que estaban arriba pasan la “Escalera al Cielo” transportándolo con la camilla, y por la radio empiezan a hablar con el piloto, que le dicen “El Duro” (Alférez Horacio Freschi).
Guille: El piloto se jugó; se jugaban la vida.
Cesar: Sí, Había sólo dos lugares donde podía bajar: o Paso Superior o un filo de nieve que separa el Glaciar de los Tres del Piedras Blancas.
Cale: El piloto les dijo que acercaran al Gatito al filo.
César: Estaba en una situación muy difícil, porque tenía a todos por la radio diciéndole que bajara, y él evaluando que había demasiado viento. Los chicos sostenían remeras para mostrarle que no había tanto viento... y aterrizó!
Le habían preguntado al Gatito si se aguantaba el dolor de sacarlo de la camilla y sentarlo en la cabina, o si prefería que lo bajaran en camilla caminando hasta abajo. Él dijo que sí; estaba dopado.
Cale: El helicóptero bajó apenas un instante, lo tiraron adentro y se lo llevaron. Si no lo sacaba en ese momento lo hubiéramos tenido que bajar caminando. Porque venía el helicóptero bajando y la tormenta atrás. Las aspas tirando la lluvia y el viento que venían detrás de ellos. Lo sacó justo!
Guille: Un par de horas más y perdía el pie. Había perdido sangre. La piedra le había reventado la bota plástica y tenía fractura expuesta.
Cale: El helicóptero fue al pueblo a dejarlo rápido. Carolina (Codó) la médica, estaba en El Pilar pensando recibirlo si lo bajábamos caminando. La otra médica había subido hasta la Laguna de los Tres.
Florencia: Carolina en realidad estaba de licencia por materindad. Por eso Fernanda la reemplazó y fue la que subió. Fernanda no es escaladora pero es atleta, por eso se prestó a hacer todo lo que hizo. Le gusta, y es muy dispuesta a aprender técnicas de montaña.
Cuando nuestros maridos suben a un rescate, las mujeres nos quedamos haciendo base. A mí me avisaron que necesitarían comida. Entonces preparé sandwiches y salí de casa pensando que tendría que caminar hasta Río Blanco. Pero justo pasó un gendarme con una camioneta a su cargo; le expliqué y me acercó hasta El Pilar. Allí me dijeron que ya había salido un caballo con comida preparada por Parques. Y en eso avisan por radio que al Gatito lo habían bajado al Chaltén. Entonces Carolina, con sus dos críos y conmigo, montó en la camioneta, y el gendarme pegó la vuelta llevándonos para el pueblo. Llegamos y el Gatito ya había sido atendido por una enfermera, y derivado en ambulancia a Calafate.
Peter Janschek en la cabina del helicóptero comandado por Horacio Freschi listo para el traslado.
Foto: Guillermo Martin
Bajan al segundo. Epílogo
Cale: Mientras el helicóptero dejaba al primer herido, en la laguna ya éramos mucha gente.
El austríaco pasó muy rápido por el sistema que armamos, sin ninguna complicación.
Guille: Pusimos las sogas para hacer el último péndulo que fue necesario. Después pusieron una soga fija en el último nevé y otra soga fija en la parte de piedra. Recibimos al austríaco y lo cambiamos a una camilla mejor, más técnica, que te la calzás en los hombros y te deja las manos libres como para poder trepar. La habían subido Ricardo y Rubén, del albergue Patagonia, y Martín, un chico que estaba trabajando para ellos. Empezó a nevar.
Cale: Rápido sacamos al austríaco hasta una planicie que hay más abajo y ahí lo pasó a buscar el helicóptero. Pudimos meterlo bien en la cabina y lo llevó. Salió todo bien.
Diego: Después de ayudar a pasar la camilla por los neveros, una vez que ya estaba dentro del helicóptero, le comento a otro escalador lo increíble de ver a todo el pueblo ayudando. Él me contesta: “Bueno, viven de nosotros”, pero en realidad de ninguna manera están obligados a venir a recatarnos si nos accidentamos escalando. Ricardo y Rubén viven de su albergue (Patagonia), el almacenero de vender pan. “Calefón”, Marcela y los otros Guías, viven de llevar trekkers a caminar y tomar fotos. Marcelo (Pagani) de su Posada - Casa de té( El Pilar), y así muchos de los que integran la Comisión de Auxilio. Pero abandonaron su trabajo, que es intenso en plena temporada, para estar aquí arriba ayudando. Este gesto me produjo una gran emoción; la misma que se notaba en los ojos del austríaco cuando la gente se peleaba por cargar su camilla.
César: El helicóptero sacó a uno, sacó a otro, el cielo se tapó y empezó a nevar.
Gracias a Dios que el helicóptero apareció. Si no los chicos que venían bajando al Gatito hubieran llegado reventados hubiese tomado mucho más tiempo y más gente para hacer relevos en la bajada. Los chicos que venían de arriba, estaban sin dormir en toda la noche.
O sea que el helicóptero fue importante...
César: Sí. Fue muy importante.
Guille: El helicóptero debería estar siempre, por lo menos en Calafate. El gatito estaba muy mal. Podría haber quedado rengo o perdido la vida por una gangrena si no hubiese intervenido el helicóptero.
César: Todos los demás fueron yéndose, y nos quedamos cuatro, esperando a que bajaran los chicos que habían buscado al Gatito. Hasta que no bajara el último no nos moveríamos.
¿En la Laguna de los Tres?
Del otro lado, en la base del glaciar.
¿Nevando?
Sí. Arriba quedaban como seis, más los “ponjas”. Pero esperábamos y no los veíamos aparecer por el filo; y nevaba... Finalmente aparecieron. Demoraron porque habían quedado tan cansados que se habían tirado en el glaciar, a descansar un rato.
Llegaron hasta donde estábamos nosotros, todo bien; abrazos... Y de ahí seguimos bajando juntos.
Los rescatistas han preparado a Guillermo Durá en la camilla y el helicóptero ha llegado a buscarlo,
manteniendo su aspas en movimiento por las condicoines del glaciar sobre el que tuvo que aterrizar.
Foto: Heinz Zak
Guille: Lo bueno fue que cuando llegamos a Río Blanco había comida, chocolate... (coordinado por la comisión de Auxilio). Fue muy bueno que estuviera eso.
Nos quedamos un rato descansando y después nos volvimos para Bridwell.
Cesar: Finalmente bajamos al Chaltén. No andaba nadie por el pueblo: estaban todos durmiendo. Entonces dije que me despertaran a las diez, que había una fiesta. Y me tiré a dormir... Seguí de largo hasta las diez de la mañana del día siguiente!
Cale: Los Guías bajamos, porque al día siguiente tenés que laburar, aunque estés reventado. Al día siguiente, todo continúa...
César: Cuando vas a hacer un rescate, en ese momento pensás que sos vos. Es un escalador más.
Guille: Por eso es la unión de todos los escaladores cuando pasa algo. Nadie está exento de que le pase. Te identificás con el accidentado. Pensás: “A mí me puede suceder lo mismo”.
Cesar: Yo pienso: “Podría ser yo”. Yo sé que puedo ir a escalar y tener un accidente. Y sé que la Comisión de Auxilio sube. No les importa. Por más que estés colgado en el Torre, van a subir.
Cale: Para los que hacemos rescates, es raro, pero nunca nos enteramos de qué pasa después con el accidentado. En general nunca hay algo de vuelta. Al herido vos lo ves en ese momento, y ves cuánta gente que está trabajando para salvarlo... Y muchas veces es algo solo de ida. Pero, bueno, es parte del oficio...
Diego: Estuve muchas veces en El Chaltén, lugar al que amo más que a ningún otro en el mundo. Y aquí quiero expresar mi agradecimiento; porque sé que si un andinista se lastima escalando, cuenta con la solidaridad de este pequeño pueblo y su gente. Por eso, GRACIAS CHALTÉN !
Peter Janschek
Coincidentemente con nuestra publicación de este relato, en noviembre del ’99, en la revista Desnivel de octubre ’99, en la nota del Fitz Roy y la ruta Royal Flush el austríaco cuenta su accidente y rescate:
“...El viento soplaba violentamente. Tan intenso que nos salpicaba el agua de la Laguna de los Tres. Continuamos medio arrastrándonos. Eran las doce de la noche y las condiciones eran atroces. En una parte más expuesta del glaciar, una ráfaga me hizo perder el equilibrio y me deslicé como en un trineo. En un esfuerzo por girarme e intentar detenerme, sentí como un lado de mi crampón mordía el hielo con agresividad. Cuando paré, mi pierna izquierda no apuntaba a la dirección correcta. Me quité el crampón y recompuse la pierna dañada hasta que volvió a ser una línea recta. Moviendo mi frontal y silbando pude llamar la atención de los otros. Ale y Pablo me dejaron al abrigo de un pequeño muro de piedra. Ahora tocaba una larga espera hasta el amanecer. Tumbado de espaldas, los copos de nieve me caían en la cara. Decidí que mejor que cuestionar lo que me había llevado a esa situación era contemplar las estrellas que titilaban tras las nubes.
Cuando salió el sol, los socorristas tuvieron que hacer un gran esfuerzo para moverme por las escarpadas rocas. Guardaparques, Guías y escaladores de toda la zona habían llegado para ayudar. Un helicóptero de Gendarmería se encontraba en El Chaltén, y aunque el rescate no entraba dentro de las obligaciones del piloto, se las arreglaron para convencer a los superiores para que lo autorizaran a evacuarnos. Lo ví volando en círculos, probando. Cuando por fin comunicaron por radio que Gatito ya estaba en el helicóptero, estalló el júbilo. Y poco después me reuní con él en el hospital de El Calafate.”
“Dos grupos de auxilio en montaña se están formando en El Chaltén: uno por parte de Gendarmería Nacional, y otro por diversos andinistas y pobladores del lugar. Como el más elemental sentido de la eficacia sugiere, suponemos que los dos acabarán fusionándose, en un futuro próximo.”
Miguel A. Alonso. “Trekking en Chaltén y Lago del desierto” (1997).
Rescate de Guillermo Durá en Paso Superior.
Foto: Heinz Zak
Otros Accidentes y Rescates
A fines de 1951, Jacques Poincenot, integrante de la expedición francesa que logró conquistar la cumbre del Fitz Roy, vadeando el río se hunde con su mochila puesta y muere ahogado antes de comenzar la escalada. (Actualmente, hay un puente de hormigón por el que entran al pueblo ómnibus repletos de turistas cruzando el río Fitz Roy). Desde aquél, muchos otros accidentes se sucedieron hasta hoy.
ALBERTO DEL CASTILLO con otros, cayeron con un helicóptero. Estaban filmando “Grito de Piedra” (de Herzog), y se salvaron! Los pilotos se abrigaron con la ropa de un maniquí que llevaban para la toma de una caída. Tuvieron que bajar todo el Glaciar Adela...
Al helicóptero después lo despiezaron y, “El Monstruo”, piloto de Gendarmería, demostró su pericia para sacarlo.
JORGE LEMOS haciendo la vuelta al Hielo con gente de la Facultad de Medicina. Jorge es uno de los Guías que más ha trabajado en la zona. Cuando quisieron salir por el Paso Marconi, había nubes muy bajas y le erraron. Como no aparecían, se organizó el rescate sin saber bien dónde estarían. Se terminó usando un helicóptero grande del ejército, con el que se pudo sacar a todos en un solo viaje.
EDUARDO BREHNER, JAN FONSO y ROLO RUIZ. Se ahogaron bajando el Río de las Vueltas en un gomón. El bote hizo un chicotazo para atrás y salieron despedidos. Algunos pegaron contra las piedras. Se salvaron Silvia Fitz Patrick, el dueño del bote, y creo que iba alguien más. Rolo era muy buen nadador, curtido. Fonso fue uno de los mejores Guardaparques de la zona. Lo querían todos. Tenía una mujer y dos hijos chiquitos...
UN GENDARME, en el campo. Del otro lado del Río de las Vueltas, se había caído de un caballo y se había fracturado la columna. El tema era cruzar el río, que estaba alto, y la ambulancia (doble tracción, rusa) no pasaba. Entonces la médica (Carolina Codó) y un gendarme cruzaron a caballo con la corriente por encima de la montura, llevando un botiquín y fueron a atenderlo. Mientras un tractor, con mucha dificultad cruzó de este lado para llevarnos con el resto de lo necesario (camilla, cuello de Filadelfia, etc.). En un puesto, lo atamos a la tabla de columna y con mucho cuidado lo pusimos en la camilla. Colgándola del lado de afuera del tractor, se lo cruzó con el agua a la altura de las ruedas y a unos 30 cm de la camilla. Y se salvó.
MARGARET COCK, una inglesa. Hace unos cinco años. Se perdió caminando por una senda. La búsqueda duró como una semana, porque no la encontramos. Los primeros días, éramos cuatro Guías. Nos metíamos por los lugares más difíciles, con la desesperación por encontrarla con vida. La búsqueda siguió con el helicóptero, pero nunca se la encontró; ni el cuerpo.
HORACIO BRESBA, bajando del Fitz Roy. Cuando pasó la tormenta, el helicóptero subió a verificar que Horacio había fallecido, y bajó al alemán que Víctor (Rázuri) había encontrado muerto.
Nota: Un relato del fallecimiento de Horacio Bresba ocurrido en la temporada ‘93/’94, lo hemos publicado en “al borde” nº 16, de septiembre de 1998, en la nota “Charlando al pie del muro, 2ª parte”, y está en la sección “Montañismo” en la web de “al borde”: http://www.alborde.com.ar/monta/monta40.htm
LA CHICA ALEMANA, que se soltó de la tirolesa. Fue el ante año. La tirolesa está ubicada sobre el río Fitz Roy. La chica, con unos amigos, habían cruzado agarrados, sin arneses ni nada, a pesar de que un cartel indica lo contrario. Volviendo, en la mitad del cruce se siente cansada, se le sueltan las piernas y decide tirarse para salir nadando a la costa. Pero allí la corriente es fuerte, y el agua helada la llevó golpeando contra las piedras. En Bridwell unos cordobeses la vieron y alcanzaron a sacarla con vida. Se le dieron los primeros auxilios, y avisaron por radio a El Chaltén. Tenía muy golpeada la cabeza y su estado era gravísimo. Al helicóptero lo esperamos horas. Se iba a morir. Se la abrigó con bolsas de dormir y se decidió bajarla en camilla, caminando. En la bajada falleció.
Dentro del helicóptero comandado por Horacio Freschi Guillermo durá listo para el traslado.
Foto: Heinz Zak
UN PILOTO DE AEROLÍNEAS, el mismo año. Estaba con el hijo. Se le trabó el pie en el fondo de un río bastante chico, en un lugar con turbulencia. Dos ahogados en un mismo año; no lo podíamos creer!
AMALIE MELANIE REICHMANN, escalando el Torre, en febrero del ‘98. Tenía 28 años, alemana. Hizo alguna mala maniobra y cayó al vacío. Quedó inconciente e inmóvil durante las cuatro horas que tardaron sus compañeros en bajar hasta donde había caído, para intentar reanimarla. Pero murió por los golpes en el cráneo y el cuerpo. (La Prensa, 16/02/98).
PABLO COTTESCU, cerca de Paso del Viento. Al comienzo de la temporada ‘98/’99. Él es Guía, de Bariloche. Cristian y Merlín (Guías) lo encontraron y dieron el aviso por radio. Fue cerca del Cerro Grande, después de Laguna Toro. Subimos caminando e hicimos noche en la laguna, a la intemperie; llovió e hizo bastante frío. A Paul lo había levantado el viento y lo tiró unos metros. Tenía unos cortes profundos, posible fractura de pelvis, y no se sabía si había algún problema que implicase a la columna. La doctora, Fernanda, fue con nosotros arriba. La cruzamos por la tirolesa. Nunca había subido nada y es un cañadón muy profundo. Y anduvo a caballo, que nunca había andado.
A Paul lo tenían abrigado y estaba con buen ánimo. Lo bajamos con una camilla que se la calzan dos sobre los hombros, y van tres a cada lado. Vadeamos el río, que estaba frío, y tiene corriente. Hasta Laguna Toro y de ahí hasta El Chaltén. Todo rápido y sin ningún problema. El sol, parece que se abrió y nos dejó pasar, porque llegamos al pueblo y se largó a llover de vuelta. En ese rescate deben haber intervenido como cuarenta personas.
UN NEOCELANDÉS, se cayó en el Torre. A mediados de enero ‘99. Estaban rapelando en el largo 14 de la Maestri. Se le soltó un clavo y se vino el rapel en banda. Cae sobre una repisa y queda inconsciente. En Patagonia generalmente cuando baja el primero, ata ese extremo de la cuerda en el relevo. Así si el compañero se cae, al menos no perdés la soga para seguir bajando. Gracias a eso pudieron bajarlo. Uno se adelantó para, desde Bridwell ir avisando a El Chaltén, porque no tenían radio. El helicóptero no estaba. Lo bajamos en camilla.
UNA MUJER, cerca del Lago Eléctrico. Febrero ‘99. La encontraron Rolo Garibotti y Silvo Karo que iban a escalar la Aguja Pollone. Estaba quebrada e inconciente. Un señor estaba con ella. Eran de Río Gallegos. La sacó Gendarmería, con el helicóptero.
“Hace años fue el rescate de Favio Stedile, un italiano que falleció. Pertenecía al Socorzo Alpino di Trento, y en honor a él sus colegas donaron u$s 10.000.- en equipo técnico para montaña. Ya se hacían labores de rescate, pero a partir de entonces la “Comisión de Auxilio Favio Estedile” tiene un doble encuadre legal-institucional, pues pasa a ser una sección del S.A.T. y a la vez depende del Club Andino El Chaltén, que tiene su propia personería jurídica.”
Alberto del Castillo, Director de la Comisión de Auxilio en 1999.